lunes, 20 de septiembre de 2010

Newport, Rhode Island.

Este domingo fuimos con una amiga americana (Kelly) y su novio (Edmund) de viaje a Newport, Rhode Island. A decir verdad fue todo un detalle por su parte, puesto que es casi imposible llegar allí si no es en coche... y lo cierto es que ninguno de los extranjeros queremos conducir aquí. Más vale prevenir que lamentar.

A modo de curiosidad cabe destacar que Rhode Island (RI, como se suele abreviar) es el estado más pequeño de la unión. Con respecto a Newport, decir que fue, durante la Gilded Age, uno de los destinos turísticos preferidos de los multimillonarios de la época.

Cartel a la entrada de la ciudad. La foto la tomé desde el coche, de ahí que no se vea muy claro...


Aún hoy en día, la ciudad es un lugar de veraneo para gente pudiente. Concretamente, este domingo finalizaba la Newport International Boat Show, una feria náutica en la que armadores de todo el mundo exhibieron sus yates para el deleite de los asistentes. Cualquier persona (descalza, eso sí) podía subirse a echar un ojo a estas maravillas, aunque no tuviese claro si comprar o no. Sencillamente impresionante.

El problema no es el precio, sino elegir el color...

Retomando el tema de su pasado glorioso, hay que hablar forzosamente de las mansiones de Newport. La mayoría de ellas fueron donadas a mediados del pasado siglo a una sociedad de conservación por los sucesores de los grandes capitalistas que las mandaron construir, la mayoría de ellos ligados a la industria y finanzas del siglo XIX. Otras muchas, a la universidad Salve Regina, donde aún hoy en día son utilizadas como residencias de estudiantes.

Buena parte de ellas pueden ser visitadas en la actualidad, y lógicamente no desaproveché la ocasión. En concreto, pude entrar en "The Breakers", una de las mansiones Vanderbilt. Desafortunadamente, no estaba permitido sacar fotos en el interior -véase el link de Wikipedia más arriba-, pero comentaré unos cuantos datos que escuché en la audioguía y que me chocaron especialmente.


Vista de la parte trasera de la mansión, desde ella hay una vista impresionante del Atlántico.

Por ejemplo, el edificio tiene 12.000 metros cuadrados de superficie, tenía un sistema de pulsadores con interfono desde las habitaciones para llamar al servicio (formado por 40 personas). Constaba de 70 habitaciones y 20 cuartos de baño. En uno de ellos, hay una bañera labrada en un único bloque de mármol, que debía ser llenada y vaciada varias veces con agua caliente para ganar temperatura y poder disfrutar de un buen baño tibio. Además, tenía cuatro grifos, dos de ellos para el agua caliente y fría convencionales y, los otros dos, con las dos mismas opciones, pero con agua salada, tomada directamente del mar.

Ya para terminar, destacar que fue también en esta ciudad donde John F. Kennedy y Jacqueline L. Bouvier contrajeron matrimonio. Para ser más exactos, la ceremonia tuvo lugar en la St. Mary's Roman Catholic Church. Curiosamente, a raíz de este hecho, ha debido de surgir una moda similar a la de los candados en los puentes tras el libro de Federico Moccia. Pero en este caso, las parejas ponen un lazo de tela.


Detalle de la pintoresca tradición.


Es increíble que, siendo tan bonita y albergando tantas historias de gente importante, esta ciudad sea tan desconocida. Bueno, en parte eso es lo que la hace especial...

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