domingo, 31 de octubre de 2010

Halloween.

Este fin de semana es Halloween, fiesta típicamente americana que un estudiante de intercambio no se puede perder por nada del mundo. Lo cierto es que los preparativos habían comenzado ya hace unos días, con lo del pumpkin patch y la compra del disfraz, pero me voy a centrar más en las generalidades del asunto.

Pumpkin carving (talla de calabazas).

Uno o dos días antes de esta fiesta, se suelen tallar las calabazas, para transformarlas en lo que se conoce como Jack-o'-lanterns. Se puede optar por múltiples diseños, y existen una gran variedad de plantillas para descargar e imprimir en internet. Yo, por ser la primera vez, elegí algo más bien clásico; sin embargo, una de las estudiantes internacionales, por ejemplo, optó por innovar.

Nuestras calabazas, luciendo ya sus mejores galas. De izquierda a derecha: la de Anne, la de Essi (nótese que se trata del logo de Batman) y la mía.

Mi calabaza con luz en el interior. Así acongoja un poco más, ¿verdad?

Brujas = Salem.

Al pensar en Halloween, uno visualiza principalmente dos cosas: calabazas y brujas. El caso es que, referente al segundo punto, tuvimos la suerte de que una de las asociaciones de alumnos de la universidad (PAC) organizase un viaje de un día a Salem, Massachusets, donde en 1692 se llevaron a cabo los famosos juicios por brujería.

Placa conmemorativa de tales hechos.

Visitamos el Salem Witch Museum, una especie de "museo" donde asistimos a una presentación/explicación de cómo se llevó a cabo el proceso.

Vista de la fachada, aunque en obras, del museo.

Debido, probablemente, a la época en que visitamos la ciudad, lo cierto es que me llevé la impresión de que está demasiado explotada comercialmente. Cabe destacar el gran número de tiendas de artículos de brujería -tipo tiendas celtas- donde venden incienso, piedras de cuarzo, colgantes de trisqueles, y demás historias similares.

Los disfraces.

A priori se puede pensar que los disfraces que la gente luce por Halloween son todos de los que meten miedo, pero nada más lejos de la realidad. En una gran parte de los casos vemos también gente disfrazada de personajes más ligados al carnaval, como payasos, animales, o incluso botellas de cerveza.

Me llamó la atención que, incluso haciendo bastante frío (alrededor de 10ºC), muchas chicas lucían vestidos más bien cortos, por no decir cortísimos -vamos, que eran más cinturones anchos que mini-faldas-. Y es que en este país a las mujeres (no a todas, pero a una buena parte) les encanta exhibirse. Creía que los de los clubs era una excepción, pero no es así; en caso contrario no es posible explicar como aguantaban estoicamente la temperatura, con tan poca ropa encima.

Disfraces femeninos, típicamente americanos. Ésto es lo que uno se encuentra por la calle durante estos días.

Como se aprecia, la cantidad de tela es radicalmente inferior de cintura para abajo.

También existen disfraces para los más pequeños con, aproximadamente, la misma cantidad de tela que los de las mujeres. Son realmente "riquiños":

Bebé perrito-caliente.

Bebé langosta.

Niño/a calabaza. Un clásico.

Por último, decir que me resultó chocante la cantidad de mascotas disfrazadas para la ocasión, algunas de ellas muy bien caracterizadas por sus dueños.

El perro calabaza, también uno de los clásicos estadounidenses.

El perro pirata, que llevaba el sombrero con estilo, como se puede ver.

La perra "bailarina oriental". Digo perra porque espero que los dueños hayan pensado en la dignidad del pobre animal.

La comida.

Como suele ser habitual, todo acontecimiento suele estar caracterizado por la existencia de algún plato relacionado con él. En el caso de Halloween, dos son los productos:

> Candy corn.

Es puro azúcar, y si tiene algún sabor yo no soy capaz de identificarlo. Desconozco el porqué del nombre, aunque imagino que será por la forma de la golosina.

Bolsita de candy corn en una de las tiendas en Salem.

> Pumpkin pie.

La calabaza, obviamente, tenía que estar presente en la gastronomía de esta época del año. Se trata de una de las típicas tartas americanas sobre las que ya he hablado, cuya traducción sería más similar a "empanada" de lo que a tarta, aunque en este caso en concreto no va recubierta de masa. Su textura es muy peculiar, y su gusto es también característico. No es que sea el sabor que más me agrade, pero se deja comer.

Pumpkin pies listas para ser devoradas por los participantes de un concurso en mi residencia. El que se comiese media tarta en menos tiempo ganaba una tarjeta-regalo de $25 de Stop&Shop®. Sí, ya sé, sin comentarios.

¿Qué más se puede añadir? Ah sí, que lo de ir de casa en casa llamando a la puerta y haciendo la típica pregunta de "Trick or treat?" suele hacerse hasta los 12 ó 13 años, máximo. Hemos llegado tarde para ir por ahí pidiendo caramelos...

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