martes, 26 de octubre de 2010

Las cataratas del Niágara.

Justo en la frontera con Canadá, conectando los lagos Ontario y Erie está este maravilloso paraje. Lo cierto es que lleva su tiempo llegar allí desde Danbury, pero como parte de la familia vino a hacerme una visita (excusa perfecta para tomarse unas vacaciones), alquilamos un coche y nos pusimos en marcha.

Uno de los "monstruos" que se pueden encontrar por las autopistas norteamericanas.

Nos llevó unas siete (7) horas la ida y otras tantas la vuelta... parece que no, pero uno termina hasta las narices de coche. En todo caso, creo que ha merecido la pena, era ahora o nunca.

Afortunadamente, y a pesar de que la empresa del coche no tenía GPS disponibles para alquilar, Tim -uno de mis compañeros de piso- nos prestó el suyo... ¡fue todo un detalle!

El TomTom®, que pasará a ser conocido de aquí en adelante como TimTom entre los miembros de la familia. 
Por cierto, estaba en castellano y con las distancias en kilómetros.

Una vez allí, en la ciudad de Niagara Falls, lo primero que hicimos fue montar en el Maid of the Mist, un barquito que se dedica a cargar turistas (hay un embarcadero a cada lado de la frontera) y llevarlos hasta justo debajo de la caída de agua. El servicio deja de funcionar durante el invierno, y de hecho nosotros lo tomamos por uno o dos días... ¡pero lo tomamos!

Uno de los Maid of the Mist, abarrotado de turistas luciendo el característico poncho azul.

El logotipo del barco en el embarcadero, justo antes de subir a bordo.

Las vistas de las cataratas son, obviamente, mucho más impresionantes desde el barco. De hecho, hasta luego de montar y estar casi debajo del chorro, todos nos llevamos una especie de pequeña decepción. Luego se compensó con el paseo por el río.

Foto de la caída de agua mientras nos aproximábamos... la cámara de fotos todavía no sabía al grado de humedad al que se iba a exponer.

Como antes señalé, las cataratas hacen frontera entre Canadá y EE. UU. Simplemente cruzando el Rainbow Brigde uno entra en territorio canadiense, lógicamente después de sellar el pasaporte.

Placa mostrando la línea exacta que separa un país del otro. Me gustaría saber la cantidad de fotos que han sido tomadas a este trozo de metal.


La verdad es que las cataratas están mucho más explotadas en el lado canadiense. En la zona de los EE. UU. apenas hay un par de restaurantes de comida rápida, y todo está bastante muerto. Sin embargo, en el lado opuesto del río, la cosa parece más un parque de atracciones, sin tener en cuenta la cantidad de casinos que allí se encuentran.

La noria y demás tiendas de comida. Cruzar la frontera fue, en este caso, como pasar del día a la noche.

Comentando esta curiosidad con algunos americanos, me comentaban que es normal que los canadienses exploten más esa zona, teniendo en cuenta que es el sur del país. Para ser más conciso, dijeron que esa zona es la "Florida" canadiense... y aunque parezca estúpido quizás tengan razón, aunque desconozco el volumen de turistas que visitan Toronto (la ciudad más grande de la zona).

Nótese que las fotos de la línea de división y la de la noria salen como con una especia de niebla en el centro, producto de la condensación del agua entre dos lentes de la cámara. Es lo bueno de que sea antigua, que es dura como una piedra.

Por último, y como ya comenté, hice este viaje con mi familia, así que ahí va la foto pertinente.

Una de las imágenes que pasará a decorar los muebles de la entrada, como recuerdo de la hazaña.

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