domingo, 31 de octubre de 2010

Halloween.

Este fin de semana es Halloween, fiesta típicamente americana que un estudiante de intercambio no se puede perder por nada del mundo. Lo cierto es que los preparativos habían comenzado ya hace unos días, con lo del pumpkin patch y la compra del disfraz, pero me voy a centrar más en las generalidades del asunto.

Pumpkin carving (talla de calabazas).

Uno o dos días antes de esta fiesta, se suelen tallar las calabazas, para transformarlas en lo que se conoce como Jack-o'-lanterns. Se puede optar por múltiples diseños, y existen una gran variedad de plantillas para descargar e imprimir en internet. Yo, por ser la primera vez, elegí algo más bien clásico; sin embargo, una de las estudiantes internacionales, por ejemplo, optó por innovar.

Nuestras calabazas, luciendo ya sus mejores galas. De izquierda a derecha: la de Anne, la de Essi (nótese que se trata del logo de Batman) y la mía.

Mi calabaza con luz en el interior. Así acongoja un poco más, ¿verdad?

Brujas = Salem.

Al pensar en Halloween, uno visualiza principalmente dos cosas: calabazas y brujas. El caso es que, referente al segundo punto, tuvimos la suerte de que una de las asociaciones de alumnos de la universidad (PAC) organizase un viaje de un día a Salem, Massachusets, donde en 1692 se llevaron a cabo los famosos juicios por brujería.

Placa conmemorativa de tales hechos.

Visitamos el Salem Witch Museum, una especie de "museo" donde asistimos a una presentación/explicación de cómo se llevó a cabo el proceso.

Vista de la fachada, aunque en obras, del museo.

Debido, probablemente, a la época en que visitamos la ciudad, lo cierto es que me llevé la impresión de que está demasiado explotada comercialmente. Cabe destacar el gran número de tiendas de artículos de brujería -tipo tiendas celtas- donde venden incienso, piedras de cuarzo, colgantes de trisqueles, y demás historias similares.

Los disfraces.

A priori se puede pensar que los disfraces que la gente luce por Halloween son todos de los que meten miedo, pero nada más lejos de la realidad. En una gran parte de los casos vemos también gente disfrazada de personajes más ligados al carnaval, como payasos, animales, o incluso botellas de cerveza.

Me llamó la atención que, incluso haciendo bastante frío (alrededor de 10ºC), muchas chicas lucían vestidos más bien cortos, por no decir cortísimos -vamos, que eran más cinturones anchos que mini-faldas-. Y es que en este país a las mujeres (no a todas, pero a una buena parte) les encanta exhibirse. Creía que los de los clubs era una excepción, pero no es así; en caso contrario no es posible explicar como aguantaban estoicamente la temperatura, con tan poca ropa encima.

Disfraces femeninos, típicamente americanos. Ésto es lo que uno se encuentra por la calle durante estos días.

Como se aprecia, la cantidad de tela es radicalmente inferior de cintura para abajo.

También existen disfraces para los más pequeños con, aproximadamente, la misma cantidad de tela que los de las mujeres. Son realmente "riquiños":

Bebé perrito-caliente.

Bebé langosta.

Niño/a calabaza. Un clásico.

Por último, decir que me resultó chocante la cantidad de mascotas disfrazadas para la ocasión, algunas de ellas muy bien caracterizadas por sus dueños.

El perro calabaza, también uno de los clásicos estadounidenses.

El perro pirata, que llevaba el sombrero con estilo, como se puede ver.

La perra "bailarina oriental". Digo perra porque espero que los dueños hayan pensado en la dignidad del pobre animal.

La comida.

Como suele ser habitual, todo acontecimiento suele estar caracterizado por la existencia de algún plato relacionado con él. En el caso de Halloween, dos son los productos:

> Candy corn.

Es puro azúcar, y si tiene algún sabor yo no soy capaz de identificarlo. Desconozco el porqué del nombre, aunque imagino que será por la forma de la golosina.

Bolsita de candy corn en una de las tiendas en Salem.

> Pumpkin pie.

La calabaza, obviamente, tenía que estar presente en la gastronomía de esta época del año. Se trata de una de las típicas tartas americanas sobre las que ya he hablado, cuya traducción sería más similar a "empanada" de lo que a tarta, aunque en este caso en concreto no va recubierta de masa. Su textura es muy peculiar, y su gusto es también característico. No es que sea el sabor que más me agrade, pero se deja comer.

Pumpkin pies listas para ser devoradas por los participantes de un concurso en mi residencia. El que se comiese media tarta en menos tiempo ganaba una tarjeta-regalo de $25 de Stop&Shop®. Sí, ya sé, sin comentarios.

¿Qué más se puede añadir? Ah sí, que lo de ir de casa en casa llamando a la puerta y haciendo la típica pregunta de "Trick or treat?" suele hacerse hasta los 12 ó 13 años, máximo. Hemos llegado tarde para ir por ahí pidiendo caramelos...

martes, 26 de octubre de 2010

Las cataratas del Niágara.

Justo en la frontera con Canadá, conectando los lagos Ontario y Erie está este maravilloso paraje. Lo cierto es que lleva su tiempo llegar allí desde Danbury, pero como parte de la familia vino a hacerme una visita (excusa perfecta para tomarse unas vacaciones), alquilamos un coche y nos pusimos en marcha.

Uno de los "monstruos" que se pueden encontrar por las autopistas norteamericanas.

Nos llevó unas siete (7) horas la ida y otras tantas la vuelta... parece que no, pero uno termina hasta las narices de coche. En todo caso, creo que ha merecido la pena, era ahora o nunca.

Afortunadamente, y a pesar de que la empresa del coche no tenía GPS disponibles para alquilar, Tim -uno de mis compañeros de piso- nos prestó el suyo... ¡fue todo un detalle!

El TomTom®, que pasará a ser conocido de aquí en adelante como TimTom entre los miembros de la familia. 
Por cierto, estaba en castellano y con las distancias en kilómetros.

Una vez allí, en la ciudad de Niagara Falls, lo primero que hicimos fue montar en el Maid of the Mist, un barquito que se dedica a cargar turistas (hay un embarcadero a cada lado de la frontera) y llevarlos hasta justo debajo de la caída de agua. El servicio deja de funcionar durante el invierno, y de hecho nosotros lo tomamos por uno o dos días... ¡pero lo tomamos!

Uno de los Maid of the Mist, abarrotado de turistas luciendo el característico poncho azul.

El logotipo del barco en el embarcadero, justo antes de subir a bordo.

Las vistas de las cataratas son, obviamente, mucho más impresionantes desde el barco. De hecho, hasta luego de montar y estar casi debajo del chorro, todos nos llevamos una especie de pequeña decepción. Luego se compensó con el paseo por el río.

Foto de la caída de agua mientras nos aproximábamos... la cámara de fotos todavía no sabía al grado de humedad al que se iba a exponer.

Como antes señalé, las cataratas hacen frontera entre Canadá y EE. UU. Simplemente cruzando el Rainbow Brigde uno entra en territorio canadiense, lógicamente después de sellar el pasaporte.

Placa mostrando la línea exacta que separa un país del otro. Me gustaría saber la cantidad de fotos que han sido tomadas a este trozo de metal.


La verdad es que las cataratas están mucho más explotadas en el lado canadiense. En la zona de los EE. UU. apenas hay un par de restaurantes de comida rápida, y todo está bastante muerto. Sin embargo, en el lado opuesto del río, la cosa parece más un parque de atracciones, sin tener en cuenta la cantidad de casinos que allí se encuentran.

La noria y demás tiendas de comida. Cruzar la frontera fue, en este caso, como pasar del día a la noche.

Comentando esta curiosidad con algunos americanos, me comentaban que es normal que los canadienses exploten más esa zona, teniendo en cuenta que es el sur del país. Para ser más conciso, dijeron que esa zona es la "Florida" canadiense... y aunque parezca estúpido quizás tengan razón, aunque desconozco el volumen de turistas que visitan Toronto (la ciudad más grande de la zona).

Nótese que las fotos de la línea de división y la de la noria salen como con una especia de niebla en el centro, producto de la condensación del agua entre dos lentes de la cámara. Es lo bueno de que sea antigua, que es dura como una piedra.

Por último, y como ya comenté, hice este viaje con mi familia, así que ahí va la foto pertinente.

Una de las imágenes que pasará a decorar los muebles de la entrada, como recuerdo de la hazaña.

lunes, 18 de octubre de 2010

Nueva York (segunda parte).

Obviamente esta ciudad se merece todo el tiempo que uno le pueda dedicar, por eso siempre es una buena decisión tomar el tren e ir a pasar allí el día. La visita fue hace dos fines de semana, pero he decidido posponer la entrada el blog hasta hoy. Por cierto, he de destacar que fuimos todos los estudiantes internacionales, y con nosotros un amigo americano: Ewan.

He aquí un pequeño resumen de los lugares que visitamos.

New York City Public Library (Biblioteca Pública de Nueva York).

Escenario típico de películas y series de televisión. Es un lugar realmente impresionante, tanto por el edificio en sí como por todo el "mobiliario". Decir que justo en frente del edificio "clásico" existe otro, de apariencia más moderna, imagino que para atender a la demanda de usuarios.

Una de las magníficas salas de lectura. En un ambiente así, a todo el mundo le apetece estudiar, ¿verdad?

Sixth Avenue - Avenue of the Americas (Sexta Avenida - Avenida de las Américas).

A pesar de que uno, siempre que piensa en NYC, piensa en la 5ª Avenida -es decir, la de las tiendas-, lo cierto es que la 6ª me sorprendió más. Es aquí donde uno se puede encontrar los rascacielos de las grandes empresas (la mayoría relacionadas con el mundo de las finanzas)... te hacen sentir realmente minúsculo...

Intento de capturar el tamaño del rascacielos... imposible con una cámara convencional...

Una de las muchas fachadas típicas de las pelis.

Ésta en concreto se encuentra en algún punto de Broadway... o por allí... tampoco iba prestando demasiada atención a dónde estaba cuando tomé la foto. Lo cierto es que sí, muchos edificios tienen la escalera de incendios instalada en la fachada, y si uno se empeñase no sería difícil bajar el último tramo y trepar... mejor no probar.

Esta parte de la ciudad sí es original... y no el resto de lugares típicos a los que los turistas solemos ir como "ganado" -que obviamente también hay que visitar-. Véase: Times Square, Central Park...

Little Italy (La pequeña Italia).

Uno de los lugares que más me decepcionaron, y no porque no sea bonito o característico, de hecho lo es, y su atmósfera yo diría que es la mejor de las que conozco en la ciudad. Es sólo que me imaginaba que la gente hablaría en italiano, pero eso por lo visto era en el pasado. A pesar de estar plagada de restaurantes/negocios italianos, los trabajadores son inmigrantes que, obviamente, no hablan italiano.

Merece mucho la pena, yo diría que es un básico. He aquí algunas fotos peculiares:

Cartel en una farola, con las banderas de Italia y EE. UU., indicando la calle en la que empieza el barrio.

Vallas pintadas con la bandera italiana, para que no las roben y las usen en otro barrio.

Boca de incendios, una vez más, pintada. Ésta no creo que la roben... pero bueno...

Brooklyn Bridge (Puente de Brooklyn).

Conecta Manhattan con Brooklyn, de ahí su nombre. Está repleto de turistas, y para llegar hasta los pilares hay una pasarela, dividida para ser usada por ciclistas y peatones. Y es que hay que tener cuidado con la gente que conduce las bicicletas... especialmente cuando circulan cuesta abajo...

Foto que hace el 99,9% de turistas que visitan la ciudad. También venden la postal, pero... ¿para qué pagar pudiendo tomar uno mismo la foto?

Por último, el detalle curioso de la jornada. La cantidad de taxis que circulan por NYC es incalculable, uno está para cruzar un paso de zebra y, en ocasiones, sólo hay coches amarillos. Es raro fijarse en uno en concreto, sobre todo porque en el intento se puede perder de vista... pero no es el caso de éste...

"NEXT STOP: MADRID" ¡Qué poco hace falta para que a uno le alegren el día!

Uno ve esto y hasta le dan ganas de montarse y hablarle al taxista en español... cosa que probablemente fuese una estupidez soberana... quizás a más de uno se le haya venido a la mente este anuncio...

viernes, 15 de octubre de 2010

La comida (I).

A los americanos les encanta comer, lo hacen a todas horas, no paran de darle a los snacks. Particularmente, a mi lo que más me gusta de la gastronomía local (por lo menos de la que he probado hasta ahora) son los dulces. Todo está bueno, ¡buenísimo! Comencemos con el menú:

Blueberry pie (tarta de arándanos).

Una de las típicas de las películas, de esas que cocinan las madres americanas y que dejan a enfriar en la ventana, hasta que llega alguien (un lambón) y se la come. Su sabor es muy característico, bastante dulzón... ojalá tuviésemos esta clase de productos en los supermercados en España.

Primer plano de un trozo de tarta de arándanos. Segundos después sólo quedaban rastros de ella...

Apple pie (tarta de manzana).

Si la anterior es conocida, esta es el buque insignia del país en cuanto a lo que dulces se refiere. Generalmente se suele cargar con una buena cantidad de canela en el interior... simplemente deliciosa.

Un trozo de tarta de manzana roto por la mitad. A pesar de ello sólo quedaron migas en el plato.

Donuts.

Como los que come el jefe de policía de Springfield, en los Simpsons. En el supermercado sólo los tienen con la capa superior en chocolate o en azúcar glaseado, pero en Dunkin Donuts se puede encontrar el legítimo, en rosa. Desde mi punto de vista, los españoles están más ricos, aunque estos también están buenos, pero su sabor recuerda un poco más al de la grasa... que nadie se engañe... se comería hasta el papel.

Primer plano de esta bomba hiper-calórica.

El mismo modelo pero cubierto de chocolate... ¡más vale tener una botella de agua cerca cuando uno se lo termina!

Macarroni and cheese (macarrones con queso).

Especialmente para niños, en este caso en concreto, pero un plato (no muy complicado, como se puede apreciar) a gusto de todos, sin importar la edad. Su sabor poco tiene que ver con lo que nosotros podemos esperar de la pasta, pero también se deja comer.

Con figuras de Bob Esponja y Toy Story... en este país todo es posible.

Chicken tenders (pollo rebozado [≠nuggets]).

Otro de los productos nacionales de las empresas de comida basura: el pollo. Cualquier ocasión es buena para comer fritanga, sin importar la parte que sea: nuggets, alitas, muslos... o carne magra, como en este caso los tenders.

La foto es de uno de los menús del servicio de comida rápida de la universidad, éste incluye: una pieza de fritanga, patatas fritas o ensalada y una bebida -la gente generalmente elige un refresco-. 

Hay que apurar a comer, no sea que se enfríe y se solidifique...

Galletas Oreo®, pero esta vez sin ser fritas.

La Oreo® aquí es como el crêpe en Francia, sólo le falta estar en la bandera del país y tener un artículo en la constitución. Para mantener presente en la mente del consumidor este producto, el cual ya tiene unos añitos, se recurre a medidas como la de la foto:

Edición especial de estas galletas, con forma de balón de football. Esto se podría hacer en España con menos coste, no habría que cambiar la forma de la galleta, sólo el dibujo.

Y he aquí una de las que venía en el interior. Curioso, ¿verdad?

Para terminar, quiero salirme un poco de los estereotipos, y defender la idea de que también aquí se puede comer sano, si se quiere. Como ya comenté en el post del supermercado, en los Estados Unidos se pueden encontrar productos de todo el mundo, y entre toda esta variedad, nos podemos encontrar también las maravillas de nuestra dieta mediterránea (digo nosa, por non decir "da dieta", a secas... en Galicia mediterránea, o que se di mediterránea... tampouco é ó 100%):

Aceite de oliva virgen extra y vinagre de Módena... a veces el cuerpo pide tregua, y se agradece una ensalada.

Los precios de tan exquisitos manjares son algo elevados por estas tierras, en concreto el del aceite de oliva... por 500ml, el de la marca del supermercado -la más barata- me ha costado $8. Puede parecer caro -lo es-, pero luego de unos días aquí esto es más como una medicina, diría yo...

¿Tiene buena pinta? ¡Porque todo esto está divino! Hay que tratar de ir compensado comida saludable con este tipo de alimentos, sino uno se guía por comer sólo basura y luego se pone como un tonel (para ser máis preciso, coma un bocoi)...

martes, 12 de octubre de 2010

El otoño en Connecticut.

La primera impresión que tengo del tiempo en Danbury es que es extremadamente irregular. Durante los primeros días (todavía verano) hacía un calor insoportable, que junto con la humedad hacían imposible salir a la calle durante las horas de más sol. 

Ahora depende del día, pero no hay progresividad. En una misma semana hemos pasado de 22ºC a 15ºC al día siguiente, y de nuevo a 20ºC, lo que se nota especialmente en la garganta. Además, es similar el caso de la lluvia: hay días soleadísimos y otros en los que no se ve ni un rayo a través de las nubes.

En fin, meteorología aparte, merece la pena destacar la belleza de esta estación del año, con el cambio de color de las hojas de los árboles. Puede parecer estúpido, ya que uno puede pensar que eso pasa en todas partes de igual forma, pero aquí me parece -quizás sea sólo una impresión- que la variedad de colores es todavía mayor.

Diferentes tonalidades de verde, marrón, naranja, ocre... e incluso algo así como rosa. Es una pena que la calidad de la foto no sea demasiado buena como para apreciar la variedad de colores también en segundo plano.

En todo caso, algo diferente ha de tener el otoño aquí, ya que de todas las postales que he encontrado sobre Connecticut (sobre Danbury, en sí, no hay), la mayoría son de lagos rodeados de arboledo multicolor.

Habrá que salir a dar un paseo por ahí y sacar unas cuantas fotos...

domingo, 10 de octubre de 2010

Pumpkins!

Esta mañana hemos tenido la suerte de que Sarah (una amiga americana) y su madre nos hayan llevado a buscar uno de los objetos básico de cara a Halloween: una calabaza. Pasa un poco como en Navidad, cuando empezamos a ver turrón en los supermercados desde principios de noviembre...

Fuimos a Blue Jay Orchards, en Bethel, muy cerca de Danbury, y la verdad es que lo pasamos como niños.

Panel en la entrada de la finca.

El lugar en sí, es una especie de huerta biológica, donde uno puede ir a coger sus propias manzanas de los árboles (nota cultural: manda carallo ir pagar por apañar mazás... hai que importar este invento...) y demás productos de la tierra. Como la extensión de las fincas con árboles frutales es considerable, tuvimos que montarnos en el remolque de un tractor para que nos llevasen al campo de las calabazas.

La globalización ha llegado hasta tal extremo que uno se siente tan en casa en Connecticut como en Galicia.

Una vez allí, ya sólo queda elegir la que más nos guste, por su forma, peso, color, etc. Como anécdota destacar que hay un campo paralelo para los más pequeños (con calabazas de menor tamaño), ya que generalmente se empeñan en que quieren una tan grande como ellos... y obviamente no la dan ni levantado del suelo. Es divertidísimo verlos emperrados intentándolo y cayéndose de culo.

Campo de calabazas para "mayores". Algunas de ellas pueden ser realmente pesadas...

Como uno puede pensar, la gracia de las calabazas es vaciarlas y hacerles ojos, nariz y boca, pero como aquí piensan en todo, se pueden comprar los kits para "tunearlas" en la mismo sitio.

Por tan sólo $5,95 podemos tener este conjunto de accesorios para labrar nuestra calabaza. Pone que es más seguro que un cuchillo tradicional... pero por ser la primera vez creo que optaré por lo tradicional.

Para finalizar decir que en la tienda de esta explotación agrícola, también se pueden encontrar productos como sidra, dulces, toda clase de manzanas ya recolectadas, etc. Especialmente buenos están unos roscos llamados cider donuts, que tienen un cierto gusto a manzana (como es normal pensar) y que llevan por encima azúcar espolvoreado.

Un "donut de sidra", que sería la traducción literal de su nombre en inglés. No sé cómo lo consiguen, pero aquí todo la bollería está muy buena...

Como curiosidad decir que mi calabaza me costó $9, siendo el precio por libra de 59¢. Esto quiere decir que, así por lo alto, mi calabaza pesa unas 15,25 libras; es decir, unos 7 kilos (6,91). Estoy impaciente por ponerme a "tunearla" -será una de las protagonistas de mi entrada sobre Halloween-.

Muchísimas gracias Sarah y Ms. Petersen por adentrarnos un paso más en la cultura estadounidense.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Malgasto de energía.

Una impresión que tengo desde el día en que llegué, es que aquí se derrocha mucha, muchísima energía, y explicaré las razones que me llevan a afirmar esto.

En primer lugar, he de hablar del aire acondicionado, que más que eso parece una ventisca. Los primeros días aquí, lo cierto es que hacía mucho calor (sobre 30ºC), incluso diría que la sensación térmica era de más, debido al grado de humedad. En ese caso lo podría entender. 

Pero es que lleva regulado a la misma temperatura y potencia desde agosto, y esto ya no es ni medio normal teniendo en cuenta la caída de temperaturas... y es que hoy hacía 11ºC. En la shuttle (el autobús que conecta los dos campus de la universidad) hace más frío que en la calle, no puedo ir a la biblioteca a estudiar porque -literalmente- me congelo y para más inri, en la residencia no encenderán la calefacción hasta el día 15 (rectifico el título para este caso en concreto, eso es ahorrar demasiado).

Con respecto a lo de dejar la luz encendida... tampoco me entra en la cabeza. ¿Por qué motivo tiene que estar la luz de los pasillos de la residencia encendida 24 horas? ¿No sería más sensato instalar un sensor de movimiento, o pulsadores que la mantengan encendida unos minutos?

Que conste en acta que esto no ha sido siempre así... hay que remontarse un poco en el pasado para demostrarlo, pero he aquí una prueba.

Véase el año en el que el mensaje se puso en el interruptor... veamos... ¿qué pasó ese año...?

Veremos qué pasará con la calefacción ahora en invierno... ya me han anticipado que hará mucho calor en la residencia... ¿será que sólo hay un interruptor que pone "calor" y "frío"? En todo caso, con respecto a lo de las luces, intentaré apagar tantas como pueda cuando no sean útiles... aunque nadie más lo haga...

domingo, 3 de octubre de 2010

Noria, fuegos artificiales y... ¡dulces!

El sábado pude ver una feria (en galego: o que sería unha festa dunha vila de tamaño medio) en la ciudad de Southington, Connecticut.

Lo cierto es que no me imaginaba que hubiese tanta gente, sobre todo teniendo en cuenta que la noche cayó fría, pero daba gusto andar por el centro de la ciudad, con tanto ambiente.

La noria y la taquilla justo delante.

Los parecidos con las españolas son evidentes -es lo que tiene la globalización-, pero uno siempre se encuentra con cosas típicamente americanas. Por ejemplo, había una tienda de productos John Deere® (camisetas, polos, gorras...), un candidato a senador del estado haciendo campaña repartiendo pegatinas (lógicamente tengo una)... así como otros detalles peliculeros:

El medidor de altura.

El típico de "hay que ser como mínimo así de alto para subir". Aunque ahora los niños no deben ser tan traviesos como antes, no vi a ninguno con plataformas ni estirándose para dar la talla. En concreto, éste era de unos toboganes gigantes, como se puede apreciar a continuación.

Foto de tan peliculero elemento.

El martillo con la campana.

A pesar de que proliferaron bastante en los últimos años por mi zona, no pude evitar fijarme en uno de los "auténticos", con el disco metálico en lo alto.

Probar suerte en uno de ellos siempre puede meter en apuros... me imagino a un niño pequeño con mejor puntuación que la de un adulto...

Y como no podía ser de otra manera, todo acontecimiento estadounidense ha de estar acompañado por algún tipo de tentempié. ¡Ésta es la mejor parte!

Apple fritters.

Son una especie de buñuelos hechos con una masa que, obviamente, lleva manzana. Luego se rebozan en canela y azúcar... ¡están divinos!

Detalle de su apariencia.

Los mejores, por lo que me contaron, -y los que yo probé- son los que hacen los miembros de la Zion Lutheran Church. Y debe de ser así, si se tiene en cuenta que la cola media para conseguir tan preciado manjar era de 500 m, aproximadamente.

Galletas Oreo® fritas.

Sí, no me he equivocado. Yo también me quedé impresionado cuando lo leí, pero automáticamente pensé... ¡a por ellas!

No es que las echen literalmente en aceite, sino que las sumergen en una especie de masa líquida (como la que se utiliza para hacer crêpes; en galego: freixós) y luego las echan a la sartén. Obviamente, la galleta cambia de textura, pasando a reblandecerse... pero tiene un buen sabor. No es el invento del siglo, pero sí algo curioso.

Bandeja con 6 unidades de Oreo® fritas. 0% materia grasa.

"No parecen Oreo®, ¿no estarás de broma?" Respuesta: No.

Oreo® a prueba de líquidos... la puedes meter en leche que la repele.

Pero la gastronomía no se limita sólo a esto, hay muchas más cosas que probar, basta con sólo echar un ojo al letrero del establecimiento donde compré las galletas fritas.

Todo sano, y es que las posibilidades de la fritanga no conocen de límites.

Por lo visto no es tan extraño encontrarse con este tipo de productos, de hecho, a raíz de eso comencé a preguntar a la gente y parece ser que a veces uno también se puede encontrar en la "carta" con helado frito, preparado igual que las galletas.

Fue una verbena realmente agradable. ¡Muchas gracias Kelly (y familia) y Edmund por mostrarnos una vez más los auténticos Estados Unidos! Ah, y gracias también a Essi y a Anne por las fotos... mi cámara se quedó en casa en esta ocasión...